Todos los días, los porteños generamos 7500 toneladas de basura. Si la acumuláramos durante un mes en la Plaza de Mayo, quedaría cubierta con una montaña de 32 metros de residuos. Si la desecháramos sobre la Avenida 9 de Julio, a los 30 días terminaría cubierta de punta a punta con basura de un metro de altura.A quien estas equivalencias no le parezcan demasiado, puede aprovechar las enésimas restricciones para hacer el siguiente experimento hogareño: acumule sobre la mesada de su cocina los residuos –aunque sea solo los secos– que habitualmente tira al tacho durante una semana. El resultado lo convencerá de la enorme cantidad de basura que producimos casi sin darnos cuenta.Si bien está claro que el mejor residuo es el que no se genera, para no sucumbir ante la creciente ola de basura urbana, la solución pasa por que todos reciclemos. Así lo demostraron las ciudades del mundo más exitosas en gestión de residuos y así parece entenderlo el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que se encuentra trabajando en un tardío pero ambicioso plan de reciclado con foco en los vecinos.Las encuestas ayudan entender por qué el protagonista de este verdadero cambio cultural que necesita la ciudad en términos ambientales es el propio ciudadano: según los sondeos oficiales, un 44% de los porteños todavía no separa los residuos en su casa. Y eso que aproximadamente un 80% de la basura doméstica es potencialmente reciclable.“Esta pandemia no puede significar mayores costos ambientales para el planeta. Creo que a todos nos está haciendo reflexionar. Es importante que todos tomemos conciencia sobre lo que consumimos y que modifiquemos nuestros hábitos”, dice la ministra de Espacio Público e Higiene Urbana, Clara Muzzio. Y agrega sobre el flamante programa BA Recicla: “Este plan se basa en un sistema de captación simple y confiable, para que los vecinos sientan que su esfuerzo vale la pena; en la transformación cultural, dándole además herramientas para ayudarlos; y en una normativa que refleje todo lo que les estamos pidiendo”.¿Dónde estamos parados con respecto a otras grandes ciudades? Con un 18% de recuperación total de reciclables, Buenos Aires se encuentra por encima del promedio latinoamericano, pero lejos del 42% de una ciudad con cultura de reciclaje como Barcelona y a años luz de casos modelo como San Francisco, que ya acaricia lo que poco tiempo atrás parecía una quimera: ser una urbe zero waste.El objetivo del plan porteño es que, para 2023, ocho de cada diez vecinos separen sus residuos. Para lograrlo, están lanzando una batería de iniciativas que vale la pena repasar en vísperas del Día Mundial del Reciclaje, que se celebra el 17 de mayo. La principal acción responde a una queja repetida entre los porteños que quieren incorporar nuevos hábitos sustentables: “No separo la basura porque no hay contenedores verdes cerca de mi casa”. Para que no haya más excusas, se prometió la ubicuidad antes de fin de año, con la instalación de campanas, contenedores o puntos verdes a menos de 150 metros de cada hogar.Otro de los actores clave de esta transformación cultural deberán ser los encargados y administradores de los edificios, donde viven 1,4 millones de porteños. Además de recibir cursos y capacitaciones, se consolidará la recolección puerta a puerta, con el despliegue de los recuperadores urbanos de las cooperativas que llevarán los reciclables a alguno de los 16 centros verdes que tiene la ciudad. En este eslabón de la cadena aparece un desafío adicional: desterrar aquel mito arraigado de que no vale la pena reciclar porque al final todo va a parar a un mismo relleno sanitario.Con el concepto de economía circular como idea fuerza, el compost también gana terreno. La Ciudad tiene tres centros de compostaje donde se recibe el material de plazas y espacios verdes. Y gracias a los llamados “jueves de orgánicos”, se recolectan 2000 kilos de residuos orgánicos compostables por mes. ¿Más novedades? En las últimas semanas desde la Secretaría de Ambiente porteña ampliaron los puntos de recepción de pilas en desuso –otra demanda recurrente de los vecinos – incluyendo a estaciones de servicio y a cadenas de farmacias. Este otoño hasta los paraguas rotos tendrán una segunda oportunidad. “La campaña #cazaparaguas tiene la intención de revalorizar la tela de los paraguas que encontramos en la calle después de las tormentas, y que puedan volver a ser un producto. Se reciben en los puntos verdes móviles y luego las chicas del Club Social de Costura reutilizan el material textil para darle un nuevo valor”, explica Dafna Nudelman, activista por el consumo responsable, sobre la iniciativa, una de las tantas que buscan reducir las toneladas de basura que generamos los porteños.
Fuente: La Nación