“En el fútbol, no existe un único camino para obtener resultados. Algunos quieren la pelota y decidir. Otros prefieren esperar el error y atacar. Cada cual elige su juego. Creo que un buen equipo tendría que saber utilizar las dos, por si te toca enfrentar a uno que juega como vos”. El tuit de Marcelo Gallardo, en agosto de 2013, fue un pequeño presagio. Tal como afirmaba cuando todavía usaba la red social, a lo largo de sus siete años logró construir equipos muy diferentes. Ese pragmatismo, potenciado con una marcada lucidez para decidir y diseñar planes de partido, le permitió ser maleable. Entender cómo adaptarse es un sello de su River. Cuando su equipo pudo jugar, jugó. Cuando tuvo que batallar, batalló. Así, fue construyendo su figura de entrenador consagrado y multicampeón con estrategias y elecciones muy diferentes. Y mucho más en los superclásicos ante Boca, su instancia favorita por excelencia.Los exóticos destinos de Héctor Cúper: será el entrenador del seleccionado de CongoMientras las opiniones sobre la posesión de la pelota van y vienen, con fundamentalistas y detractores, los números marcan una extraña realidad de cara a la definición de los cuartos de final de la Copa de la Liga del domingo en la Bombonera. A lo largo del ciclo Gallardo se disputaron 21 superclásicos entre torneos locales, copas internacionales y copas locales. De ellos, River se impuso en siete, hubo nueve empates y Boca festejó en cinco. Además, el millonario marcó 23 goles con 10 vallas invictas y el xeneize hizo 18 con 8 vallas invictas. Pero la particularidad es que solamente en cuatro de los 21 pudo imponerse el equipo con más posesión: ocurrió dos veces por lado.Marcelo Gallardo tiene las ideas claras en River (Fotobaires /)De acuerdo a los datos de Opta, parte de Stats Perform, River le maneja la pelota a Boca en los clásicos del ciclo del Muñeco con un 53,2% de promedio. Así y todo, las únicas dos veces que pudo traducirlo en el resultado fue en el 3-1 de la final de la Copa Libertadores 2018 en Madrid con un 66,6% y en el 2-0 en el Monumental por la ida de las semifinales de la Libertadores 2019 con un 62,09%.El Pity Martínez define la final eterna en Madrid, fue el 3-1 de River ante Boca, por la Copa Libertadores 2018Ambos fueron dos de los mejores encuentros del millonario frente a su máximo rival en el ciclo, con una buena dosis del ADN Gallardo: conexiones rápidas, movilidad constante, presión alta para recuperar y desequilibrio para romper. Es decir, transformar la tenencia en una herramienta más para llegar al arco rival. Entender cómo doblegar al rival con la pelota es la clave. No es casual que en esos dos partidos hizo 23 y 24 faltas, siendo de los números más altos del ciclo: solo realizó más infracciones en el 0-0 de la ida de la Copa Sudamericana 2014 con 28 y en la vuelta de las semifinales de la Copa Libertadores 2019 con 27, dos encuentros en los que apuntó más a luchar y combatir. El contexto, las instancias y los momentos siempre influyeron para decidir cómo jugar.Trivia Boca-River. ¿Cuánto sabés del Superclásico?Hoy, apretar en la salida y realizar infracciones en campo rival para no quedar mal parado ya son dos características habituales, al punto tal que Rafael Borré (38), Nicolás De La Cruz (28) y Agustín Palavecino (28) son los jugadores con más infracciones del equipo en 2021. Por eso, tampoco es casual que River tome la delantera en las faltas en los clásicos: promedia 19 por partido con un total de 399; mientras que Boca acumula 323 con un promedio de 15,3 por juego.Gol de Borré a BocaEn esos viejos tuits del entrenador también aparecen ideas que luego pudo desplegar en sus equipos. “Controlar el partido con el balón, no perderlo, recuperar rápido para volver a tocar y empezar de nuevo, acelerar cuando es necesario”, escribió también en 2013, mientras se preparaba para el desafío que llegó en 2014. “Jugando en campo contrario, estás más cerca del gol y más lejos de que te lo hagan. Si esperás, vas a depender de lo que haga el contrario. Si tenés la posesión del balón, decidís vos. Prefiero decidir”.Pese a eso, no siempre pudo exponer su juego ideal o más brillante en el clásico. Es más, en diversas oportunidades cambió su libreto, tanto que en cinco de sus siete éxitos terminó concediéndole la posesión a Boca: tuvo 48,75% en el 1-0 de la vuelta de las semifinales de la Copa Sudamericana 2014; 47,77% en el 1-0 de la ida de la Copa Libertadores 2015; 41,15% en el 3-1 en la Bombonera por el Torneo 2016/17; 34,16% en el 2-0 de la Supercopa Argentina 2017 en Mendoza; y 48,84% en el 2-0 de la Superliga 2018/19 como visitante.Los dos éxitos en los que Boca manejó la pelota fueron con un porcentaje mucho menor: en el torneo de 2015 logró un 2-0 en la Bombonera con el 51,56% y en la vuelta de las semifinales de la Libertadores 2019 ganó 1-0 con un 53,56%. Luego, los otros tres triunfos fueron sin el dominio en Núñez: 43,41% en el 1-0 del Torneo 2015; 44,61% en el 4-2 del Torneo de Primera División 2016/17, y 37,27% en el 2-1 de la Superliga 2017/18.Matías Suárez disputa la pelota con Frank Fabra, dos protagonistas que volverán a cruzarse este domingo, en la Bombonera (Mauro Alfieri / LA NACION/)No todo queda en la posesión. En la efectividad en remates tienen números muy similares. En los 21 superclásicos, River intentó 245 disparos con 83 al arco y 23 goles. Es decir, necesita más de 10 intentos para convertir y 3,6 al arco para el gol. En cambio, Boca acumuló 228 remates con 78 al arco y 18 goles. En promedio, marca cada 12,6 intentos y requiere de 4,3 al arco para festejar. ¿La particularidad? Solo una vez uno de los dos terminó los 90 minutos sin remates al arco: el millonario en el 0-0 de la Sudamericana 2014.A horas del sexto mano a mano con su clásico rival, Gallardo ultima detalles para definir si utilizará el esquema 3-3-2-2 o el habitual 4-3-3 en la Bombonera para defender su invicto. Con ambas opciones, el gen de su equipo no parece resentirse: River busca controlar tiempos y espacios con la pelota. Pero, a la vez, también sabe que en esta etapa de transición necesita más equilibrio, mayor orden defensivo y mejor eficacia ofensiva. Y los números marcan una realidad: con tener la pelota no alcanza. Lo importante es saber qué hacer con ella.

Fuente: La Nación

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