Tras la pelea política y judicial con el presidente Alberto Fernández por las clases presenciales, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, apostó por bajar el nivel de confrontación y retomar el espíritu de coordinación con la Casa Rosada para enfrentar la segunda ola de coronavirus. Después de tensar la cuerda, decidió regresar a una posición de centro.Siempre atentos a los números de las encuestas y los resultados de los focus group, en la Ciudad salieron a aquietar las aguas y reforzar el perfil “moderado” y “dialoguista” del alcalde porteño después de que la Corte Suprema fallara a favor de la administración porteña en el conflicto por la presencialidad escolar.Cristina Kirchner o Alberto Fernández: un liderazgo más discutido entre sus votantes que por los opositores, según una encuestaEn la sede de Parque Patricios remarcan que es un “momento de altísima incertidumbre” en la sociedad por la situación sanitaria y la crisis económica. “Sale en todas las encuestas o focus, algunos lo traducen, incluso, en angustia. La política no tiene que generar conflictos que abonan la incertidumbre o le complican la vida a la gente”, señala un estrecho colaborador de Larreta. “Horacio se siente más cómodo en este lugar. Es su zona de confort. No le gusta el conflicto”, completa un funcionario del gabinete porteño.En los despachos de Uspallata también se comentaron los resultados de sondeos que mostraban una leve caída de la imagen positiva de Larreta durante la pelea con el Gobierno por las clases. Ese descenso se reflejó, sobre todo, entre los “sectores medios o votantes peronistas”. En la disputa, en cambio, el alcalde “consolidó el voto propio” de Juntos por el Cambio, según una fuente porteña. Para ampliar la oferta electoral del espacio, Larreta intenta pescar a los peronistas desencantados con Fernández.Horacio Rodríguez Larreta con Alberto Fernández, en la oficina del presidente en la Quinta de Olivos (Presidencia/)En la cúpula del gobierno porteño no temen que pueda haber un estallido social, como ocurrió en Colombia, o una reacción anti-política, como advierte Elisa Carrió, pero hay un dato que últimamente les llama la atención en las encuestas. Desde hace un tiempo, perciben que crece en las mediciones (levemente, pero con un ritmo sostenido) la cantidad de encuestados que aseguran que no votaría al Frente de Todos ni a Juntos por el Cambio. La situación económica y el nivel de pobreza, sumado a la amenaza de un colapso sanitario, también generan alarma en Uspallata. Ese combo los alienta a bajar el tono del enfrentamiento.En paralelo, en el larretismo creen que la apuesta por la moderación le permite al jefe de gobierno diferenciarse de Patricia Bullrich, titular de Pro, y los sectores más duros de Juntos por el Cambio. Y esperan que en el Frente de Todos también se imponga el ala moderada. “Hay que controlar a los extremos de ambos lados”, apunta un alfil de Larreta.GiroCon ese trasfondo, el alcalde porteño intenta reconstruir el vínculo con el Gobierno y evita reavivar el conflicto tras los cruces por las clases. De hecho, Larreta les pidió “prudencia” a sus ministros después de la Corte avalara la postura de la Ciudad en la pelea por la presencialidad escolar. Ese día desde la cima del Ejecutivo les pidieron a los funcionarios que bajen el perfil mediático y no salgan a celebrar públicamente el fallo del máximo tribunal.Además, como parte de esa estrategia para calmar los ánimos, el alcalde aceptó la invitación de los ministros Eduardo De Pedro (Interior) y Martín Guzmán (Economía) para discutir por los recursos de la policía que la administración nacional le quitó a la Ciudad. A su vez, aclaró que no levantará la demanda presentada ante la Corte por el recorte de los fondos de coparticipación. “Si el diálogo con el Gobierno fuera un canal para llevarle a la Corte una solución entre las partes, siempre con el paraguas del máximo tribunal, bienvenido sea también”, remarcan desde Uspallata. Hoy hubo una audiencia en la que los emisarios de Larreta le notificaron a la Corte que asistirán a la cumbre del martes con el Gobierno, pero subrayaron que esa charla será tutelada por el máximo tribunal.En otra señal de distención, los ministros porteños retomaron las conversaciones con sus pares nacionales. Por ejemplo, el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, mantuvo contactos con la secretaria de Legal y Técnica de la Presidencia, Vilma Ibarra. Y tiene previsto iniciar durante los próximos días las tratativas con Santiago Cafiero, ministro coordinador de Fernández, para analizar el escenario sanitario y las eventuales medidas restrictivas que se implementarán a partir del 21 de agosto.En el gabinete porteño repiten que Larreta “nunca abandonó una posición de diálogo” y justifican su reacción ante la decisión “inconsulta” de la Casa Rosada de suspender las clases presenciales en el AMBA. Argumentan que el Presidente lo “empujó” a subirse al ring, pero que Larreta, a diferencia de otros aliados, como Bullrich, se siente “incómodo” cuando debe confrontar o emplear un tono combativo en su discurso. “Es su convicción y su estilo. Después del recorte de la coparticipación, también se sentó a dialogar con Fernández”, dice un funcionario cercano al jefe de gobierno.Carlos Zannini y el impúdico regodeo en los privilegiosCon la mira en su proyecto presidencial, el alcalde prefiere “dosificar” sus estocadas y reforzar el perfil de gestor. No quiere entrar en el “golpe por golpe” con el kirchnerismo. “No creemos que haya algo para beneficiarse en la generación de conflicto. No es lo que la sociedad demanda de la política, sino que genere acuerdos para los temas que preocupan a la sociedad”, resalta un consejero de Larreta.Un dirigente de Pro, con pasado en la Ciudad, lo nota “incómodo” al jefe de gobierno porque el escenario político adelantó la discusión por el liderazgo opositor y las candidaturas de 2023. “Quiere llegar lo mejor posible. A veces necesita ponerse más duro o más moderado. Vamos a ver distintas facetas de Horacio hasta 2023”, aventura.
Fuente: La Nación