Weezer. Álbum: Van Weezer. Canciones: “Hero”, “All the Good Ones”, “The End of the Game”, “I Need Some of That”, “Beginning of the End”, “Blue Dream”, “1 More Hit”, “Sheila Can Do It”, “She Need Me” y “Precious Metal Girl”. Edición: Atlantic. Nuestra opinión: muy bueno.“Muerte al falso metal” es un grito de guerra que la banda Manowar craneó en los 80 para meterse en el corralito de lo genuino a ellos mismos y a sus héroes en un momento en el que la chapa de heavy estaba en oferta y se le colgaba hasta a Bon Jovi. El falso metal era, entonces, casi todo lo que no fuera Manowar, pero más específicamente lo que se conocía como hair o glam metal: bandas de chicos lindos californianos que descreían del gesto adusto, la combatividad y la estampa viril en pos de la estética andrógina, el gancho pop y el hedonismo como religión. A grupos como Poison, Warrant o Skid Row se les contaban las costillas por hiteros, cosa que en el imaginario del pesado “auténtico” era garantía de pose.Weezer está familiarizado con el concepto por varias razones. Primero, porque usó la frase de Manowar para bautizar un compilado que lanzó en 2010. Segundo, porque su líder, Rivers Cuomo solía tocar en una banda de ese estilo en los 80. Y tercero porque, a fin de cuentas, el power pop que lo hizo famoso es una reformulación en la era del grunge de lo que proponían aquellos grupos tan radiales. Con todos esos antecedentes, era de esperarse que en Van Weezer, su homenaje explícito al “falso metal”, se sintieran como en casa. No hay en este segundo álbum del grupo en 2021 (ya había lanzado el orquestal Ok Human en enero) ninguna intención de esconder influencias. La referencia a Van Halen del título promete pirotecnia de guitarra y épica de estadios y todo queda saldado en el primer riff de “Hero” (ni hablar del tapping que le da arranque a “The End of the Game”). En “Blue Dream” no tienen empacho en directamente tocar “Crazy Train” de Ozzy Osbourne con otra letra y otro estribillo. En “I Need Some of That” citan a Aerosmith mientras echan en falta la inocencia perdida. Todo esto sin tampoco convertirse en una banda de hard rock: la distorsión entreverada con su pasión por las melodías pegadizas y los grandes estribillos los deja más cerca de The Cars que de Mötley Crüe. No hay que olvidar que Ric Ocasek, el extinto líder de aquella banda, trabajó con ellos en el Blue Album y el Green Album (sus obras maestras), ni tampoco que a los Cars los produjo Mutt Lange, quien a su vez fue uno de los arquitectos del sonido del “falso metal” con su trabajo junto a Def Leppard en discos como Pyromania (1983) e Hysteria (1987). Todo tiene que ver con todo.Después de varios años transcurriendo entre chistes poco logrados (su cover casi idéntico de la canción-meme “Africa” de Toto, por ejemplo) y temas tras temas de los que uno se olvidaba después de la primera escucha (por acá sólo “She Needs Me” caería en esa categoría), Weezer parecía cada vez más condenado a vivir de su pasado. Los salva, paradójicamente, el pasado de otros, al que evocan, no con nostalgia y solemnidad, sino faltándole el respeto y pasándola bien. Más falso metal, imposible.

Fuente: La Nación

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