“Ojalá que llueva café en el campo”, canta Juan Luis Guerra, una melodía que Leonardo Gómez adoptó como expresión de deseo para su negocio. El emprendedor mendocino de 35 años se instaló en Buenos Aires para lanzar un club exclusivo dedicado a la bebida en el que además promueve la concientización ecológica y social.Con una apuesta al sistema de suscripción, desarrolló un producto que contiene variedades de blends y mezclas azarosas de tostadores locales que sorprenden a los clientes cada mes al descubrir el café y su origen. En la carrera por detrás de un sueño gastronómico, el ingeniero en electromecánica abandonó su profesión y su ciudad natal. A futuro, su idea es escalar el emprendimiento, por lo que proyecta a fines de 2022 exportar café tostado con impronta argentina hacia los países de Europa y Oceanía, donde el consumo per cápita es de 12?kg al año.Por qué en 2020 La pobreza aumentó menos que en la crisis de 2001, pero la recuperación será peor y tardará más”En la pandemia cayó bastante el consumo en cafeterías, y en el café de especialidad hay mucho por crecer. Es un camino que se está haciendo y tengo la fortuna de ser un protagonista de este nuevo producto que apareció en la Argentina”, dice Gómez, fundador de Sixto.A diferencia del café torrado que cae a granel y se tuesta con azúcar -lo que generó que en algunos países se haya prohibido-, el de especialidad se selecciona a mano y tiene un puntaje en función a la calidad y qué tan maduro se encuentre el grano. Son lotes pequeños de muy buenos atributos, donde los tostadores toman la materia prima de diferentes regiones del mundo para darle el último golpe de calor que delinea el perfil del producto. Un cuarto de café especial puede costar entre $600 y $1200 dependiendo del lugar de origen y la puntuación asignada.Gómez dona la borra y parte de lo recaudado a diferentes ONG´s (Leonardo Gómez/)“Mi café viene de una franja ecuatoriana, pero se tuesta en la Argentina, Estados Unidos y Chile. Ahí se termina de dar el sabor, perfil y un montón de agregados. En eso me vi reflejado porque mis ancestros vinieron de España, pero yo me tosté en Mendoza. Esa introspección me hizo ver de lo que era capaz, de descubrirme en el café y que otros también se pudieran descubrir en esta experiencia”, explica el emprendedor.Todos los meses los suscriptores reciben un café de un tostador distinto que le da su impronta, según la raíz de cada lugar. “En la Argentina son aproximadamente 50 tostadores. Hay mucha fraternidad en el mundo del café y se comparte el conocimiento. Es un sector muy competitivo, pero desde otro lado. El público es joven y también los vendedores”, explica Gómez.Luego agrega: “Dejé la ingeniería porque sentí que era un mundo limitado para mí, que no era mi camino. En un momento renuncié para irme a Europa a conocer, a abrir la mente. Mendoza es una provincia muy querida, pero sentí que había mucho por descubrir afuera”, cuenta Gómez, que sacó pasajes a Barcelona a principio de 2020.El emprendedor vendió todas sus pertenencias para recorrer por dos años y estudiar en el exterior, pero su viaje terminó antes de empezar. “Dos días antes de tomar el vuelo cerraron los aeropuertos y me quedé en Mendoza. Hubo mucho tiempo de reflexión, de soledad y de pensarme a mi mismo. Estudié, tomé cursos online que me hicieron conocer lo que es la innovación en cómo descubrir oportunidades en la sociedad y el medio ambiente con los recursos que hay. Acá apareció Sixto, en el café vi un reflejo de lo que me pasaba a mi”, dice.Se batió un récord de fracturas en Vaca Muerta, pero las proyecciones de producción son negativasGómez decidió reconvertir los ahorros que tenía destinados a viajar para montar el negocio. El nombre del producto se inspiró en las diferentes olas que marcaron la evolución del café. Según explica, la primera fue en los 50, que se tomaba por litro y recalentado. En la segunda se seleccionó mejor el café y en la tercera aparecieron los baristas que potenciaron la experiencia de la bebida al ofrecer la temperatura correcta y la cantidad ideal que se tenía que consumir.“En la cuarta se lo empezó a ver como un negocio y en la quinta se popularizaron los microtostadores de café. Acá aparece lo que me gusta decirle la sexta ola que es la que se diferencia de las otras por el triple impacto, entre lo social, gastronómico y ambiental”, dice. El emprendedor mendocino destina parte de su recaudación para ayudar a ONG´s ambientales y dona la borra del café que tiene múltiples usos para fertilizantes y como materia prima de diferentes productos.
Fuente: La Nación