La creciente desigualdad y la acuciante necesidad de los países de elevar la recaudación para abordar el desequilibrio de las cuentas públicas tras la pandemia puede hacer de la fiscalidad sobre las herencias y donaciones un “importante instrumento”, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).”La crisis ha exacerbado las desigualdades existentes y ha golpeado más a muchos hogares vulnerables, y los enfoques tradicionales de recaudación, como aumentar los impuestos sobre los ingresos laborales y el consumo, como en la crisis de 2008, pueden ser menos deseables desde una perspectiva de equidad y perspectiva de crecimiento”, advierte la OCDE en su análisis sobre el impuesto de sucesiones.De este modo, considera que es probable que la crisis suscite una reflexión sobre la necesidad de recurrir a fuentes de ingresos nuevas o infrautilizadas, que también pueden ser compatibles con los objetivos de reducción de la desigualdad, señalando que el impuesto de sucesiones podría desempeñar un papel especialmente importante en el contexto actual.El ‘think tank’ de los países ricos señala que, si bien la mayoría de los países de la OCDE, un total de 24, gravan las herencias o donaciones, estos impuestos suelen generar muy pocos ingresos y actualmente representan únicamente el 0,5% de media del total de la recaudación fiscal.De hecho, entre los países analizados la recaudación del impuesto de sucesiones solo sobrepasaba el umbral del 1% del total de ingresos fiscales en Corea del Sur (1,59%), Bélgica (1,46%), Francia (1,38%) y Japón (1,33%).En el caso de España, la recaudación del impuesto de sucesiones representaba el 0,58% del total, por encima de la media del 0,53% del conjunto de la OCDE.En este sentido, la OCDE advierte de que, igual que el nivel de desigualdad se ha mantenido en niveles elevados o se ha incrementado durante las últimas décadas, las herencias también se distribuyen de manera desigual entre los hogares, beneficiando particularmente a los más ricos y, a medida que envejece la generación del ‘baby boom’, aumentando la concentración de riqueza entre las cohortes de mayor edad.En su informe, la organización concluye que los impuestos de sucesiones bien diseñados pueden contribuir a aumentar los ingresos y mejorar la equidad, con menores costes administrativos y de eficiencia que otras alternativas.”Si bien la mayoría de los países de la OCDE recaudan impuestos sobre sucesiones, estos desempeñan un papel más limitado del que podrían en la obtención de ingresos y a la hora de abordar las desigualdades, debido a la forma en que han sido diseñados”, dijo Pascal Saint-Amans, director del Centro de la OCDE de Política y Administración Tributaria.”Hay fuertes argumentos para hacer un mayor uso de los impuestos de sucesiones, pero será necesario un mejor diseño si se quiere que logren sus objetivos”, añadió.Desde la perspectiva de la equidad, un impuesto a las herencias, en particular uno que tenga como objetivo niveles relativamente altos de transferencias de riqueza, puede ser una herramienta importante para mejorar la igualdad de oportunidades y reducir la concentración de la riqueza.Además, señala la OCDE, si bien estos impuestos pueden afectar negativamente a las sucesiones en empresas familiares, al mismo tiempo pueden reducir los riesgos de asignación incorrecta de capital a herederos menos cualificados.Por otro lado, apunta que los impuestos sobre sucesiones también tienen una serie de ventajas administrativas en comparación con otras formas de impuestos sobre el patrimonio, en particular respecto de los que se recaudan anualmente.Independientemente del tipo de impuesto a la transferencia de patrimonio implementado, la OCDE señala una serie de reformas que los países podrían considerar, incluyendo el diseño de umbrales de exención para las herencias pequeñas, permitiendo a los herederos recibir cierta cantidad de patrimonio libre de impuestos.Asimismo, la OCDE plantea la introducción de tasas impositivas progresivas para garantizar que quienes reciben más riqueza paguen más impuestos, así como la reducción de las diferencias en el tratamiento fiscal aplicado a los descendientes directos y el de herederos más lejanos, lo que rebajaría los incentivos para la concentración de transferencias entre los parientes más cercanos.De su lado, la organización liderada por Ángel Gurría subraya la necesidad de minimizar las oportunidades de planificación y elusión fiscal con un mejor diseño del impuesto, así como con el refuerzo de las medidas para combatir la evasión fiscal.”Los impuestos a las herencias no son una solución milagrosa”, reconoció Saint-Amans. “Otras reformas, particularmente en relación con la tributación de los ingresos del capital personal y las ganancias de capital, son clave para asegurar que los sistemas tributarios ayuden a reducir la desigualdad”, añadió.

Fuente: La Nación

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