RÁVENA, Italia (AP) — El maestro Riccardo Muti reabrió una vez más la temporada musical italiana en su ciudad adoptiva de Rávena tras otra ronda de cierres debido a la pandemia y, si todo va bien, quizás la última.Con un movimiento decidido de su batuta, el director de 79 años puso fin el domingo a lo que ha sido un silencio inesperadamente largo en los teatros de Italia, cautivando a una audiencia socialmente distanciada con la primera actuación en vivo de la Orquesta Filarmónica de Viena desde el otoño boreal: dos conciertos nocturnos de Mendelssohn, Schumann y Brahms.Los conciertos dieron inicio a una gira italiana de tres funciones de la Filarmónica de Viena para celebrar sus 50 años de vínculo con el director y fueron precursores del Festival de Rávena de verano, que este año celebra el aniversario 700 de la muerte de Dante.“La emoción es sobre todo de renacimiento, que es una palabra positiva, pero significa que algo murió antes. Entonces, dentro de la positividad, está el lamento por algo perdido. Y nosotros, durante un año, perdimos la posibilidad de la vida, en todo el sentido de la palabra”, dijo Muti a The Associated Press antes del concierto.“Este hecho de que en casi en todo el mundo los teatros han quedado vacíos, las orquestas fueron reducidas al silencio, es algo que nunca antes se había visto”, agregó.Durante este año, Muti no ha podido volver a la Orquesta Sinfónica de Chicago, donde ha sido director musical durante una década. Su última actuación europea, el tradicional concierto del día de Año Nuevo de Viena, fue un triunfo, pero se realizó en una sala de conciertos vacía. En sus comentarios finales, instó a los gobiernos a financiar la cultura como un bálsamo para la salud mental que sufrió durante los cierres de la pandemia. “La música ayuda”, dijo.Hace poco más de un año, Muti reabrió la temporada musical europea después del draconiano bloqueo de la primavera de 2020 en Italia con un concierto al aire libre de la Orquesta Juvenil Luigi Cherubini que él mismo fundó. Entonces, la esperanza era que los festivales de música de verano pasaran sin problema al calendario de conciertos del otoño y se reanudara la vida cultural. El pico y las variantes del virus en el otoño condenaron ese plan. Los músicos de todo el mundo se han visto privados de tocar para una audiencia, sin mencionar sus ingresos, y el público se ha visto privado del consuelo de una actuación en vivo.Muti calificó la experiencia del pasado año como “un experimento global antinatural” que “pasmó” al mundo.“Si realmente tuviéramos en cuenta cómo estamos viviendo, todos nos volveríamos locos. Tratamos de mantener la ilusión de que estamos viviendo una vida normal. Es la única manera de llegar al final de este absurdo camino”, dijo.Muti se sumerge de nuevo en la vida de los conciertos. Dirigirá la gira de su 50 aniversario con la Filarmónica de Viena en Florencia el lunes y en La Scala de Milán el martes, antes de volver a Rávena para prepararse para las actuaciones en festivales de su Orquesta Juvenil Luigi Cherubini y para el estreno de una pieza escrita para el aniversario de Dante y basada en el canto del Purgatorio de la Divina Comedia. Es una de tres, junto con Infierno y Paraíso, encargadas para el festival de este año.El estreno mundial de la pieza del compositor armenio Tigran Mansurian será en la capital armenia de Ereván el 4 de julio como parte de la serie de conciertos de Muti “Los caminos de la amistad”, en su 25to año en ciudades que se recuperan de la guerra, el odio y los conflictos. Se repetirá en Rávena para las celebraciones del 700 aniversario de la muerte de Dante en septiembre.Muti planea estar de vuelta en Chicago para el otoño.El Festival de Rávena, fundado hace 30 años por la esposa de Muti, Cristina Mazzavillani Muti, reabrirá el 2 de junio con un ambicioso programa de 120 presentaciones de música, danza y teatro hasta el 31 de julio, pese a la incertidumbre en cuanto al ritmo de reapertura y al regreso del turismo. Con optimismo, el programa incluye presentaciones a las 9:30 p.m. cuando el toque de queda de las 10 de la noche se mantiene en todo el país.“Es un retorno de la esperanza”, dijo el gerente general Antonio De Rosa. “Queremos devolver la dignidad al público con la posibilidad de escuchar en vivo”.Con un régimen de pruebas diarias de COVID, la Filarmónica de Viena tocaba sin mascarillas, con sus músicos distanciados por lo menos un metro (poco más de 3 pies). El público se distribuyó en los cuatro niveles de balcones, y cada dos filas se retiraron las butacas del piso, siguiendo las reglas gubernamentales que limitan a 250 personas la asistencia en el teatro con capacidad para 800.Entre funciones, los miembros de la orquesta, con su vestuario gris a rayas, se acercaron a visitar la tumba de Dante al otro lado de la calle o se sentaron en un café al aire libre junto al Teatro Alighieri, llamado así por el famoso poeta fallecido en Rávena el 13 de septiembre de 1321.“Volver a hacer música significa empezar a vivir de nuevo. Empezar a vivir de nuevo significa empezar a estar juntos otra vez”, dijo Muti. “Lo que no ha podido suceder desde hace un año, ha sido una verdadera tragedia”.Muti ha llamado al ministro de Cultura de Italia a que financie más orquestas, alentado por el compromiso que vio en ciudades como Turín y Palermo este año, mientras estuvo mayormente confinado en Italia tras haber pasado décadas dirigiendo principalmente en el extranjero o con su orquesta juvenil. “Su respuesta fue excelente y esto me da esperanza”, dijo.Tokio, donde Muti acaba de pasar unas semanas con su academia de ópera italiana, tiene 17 orquestas, señaló. Italia, cuna de la ópera lírica, tiene menos de 30.Una vida cultural es esencial para recuperarse del año de la pandemia, señaló, en especial para los jóvenes cuyos contactos sociales se han visto dramáticamente limitados a una edad crítica.“¿Qué futuro tendrán? ¿Superarán este trauma? Ellos pueden superar este shock solamente confiando en la vida, y eso se logra socializando, viviendo juntos y compartiendo sobre todo cultura”, dijo Muti. “Lo he dicho antes y lo digo de nuevo. Todavía parece que la cultura no está en el tope de la lista de prioridades, sino casi al final”.
Fuente: La Nación