*Por -Ing. Agr. Agustín Calderoni (Coord. Técnico General de Stoller Argentina & Uruguay) y el Ing. Agr. Miqueas Sandoval (INTA Reconquista)
El girasol es un cultivo anual de crecimiento primavero-estival que pertenece a la familia de las compuestas (Asteraseae). Es una especie de crecimiento determinado que remata en un receptáculo o inflorescencia denominada capitulo en las cuales se producen dos tipos de flores, unas liguladas comúnmente llamados pétalos y otras tubulosas (hermafroditas y fértiles) que dan origen a los frutos (aqueños) conocidos popularmente como pepas.
En líneas generales podemos encontrar en el mercado tres grupos de híbridos de acuerdo al largo del ciclo: cortos, intermedios y largos. Para la región del NEA argentino, los híbridos cortos tienen una duración de aproximadamente 115 días desde la siembra a madurez fisiológica; los híbridos intermedios, una duración de 130 días; y los híbridos largos, más de 140 días para la etapa descrita. Claramente, la duración en días cambia según las temperaturas y el fotoperiodo en los genotipos sensibles.
En esta región, la fecha de siembra está comprendida entre los meses de agosto y septiembre, en algunos casos adelantándose a julio, y la cosecha corresponde a los meses de diciembre y enero, con el objetivo de evitar heladas tardías después del periodo de V6 del cultivo y que el crecimiento y el llenado de granos se desarrolle con temperaturas óptimas, evitando las altas temperaturas de diciembre/enero que acortarían la duración en mayor proporción que el aumento en la tasa que estas provocarían.
Las precipitaciones en este periodo varían año a año; sin embargo, por lo general son escasas durante el periodo de implantación del cultivo y abundantes hacia floración y madurez. En líneas generales, se puede decir que el girasol se desarrolla correctamente y sin limitantes con 420-470 mm de agua disponible durante todo el ciclo, pero en años secos se obtienen rendimientos aceptables con 350- 350mm.
En este sentido, el girasol es un cultivo que suele tolerar bastante bien los bajos niveles de agua. Por el contrario, es muy sensible a los excesos hídricos, debido a la baja disponibilidad de oxígeno en el suelo.
Pero si queremos obtener los mejores rendimientos que el ambiente nos ofrece es fundamental elegir el mejor lote donde el cultivo se desarrollará. Es fundamental además lograr una buena nutrición del cultivo para que todos componentes del rendimiento puedan desarrollarse correctamente. En este sentido, la fertilización cobra especial importancia en las zonas donde las deficiencias minerales del suelo son evidentes.

Rendimiento y sus componentes
El rendimiento de girasol es en función del número de capítulos por unidad de superficie, número de frutos llenos por capitulo y peso de los frutos, por lo que es importante que todos estos componentes se desarrollen adecuadamente. El número de capítulos por unidad de superficie depende de la densidad del cultivo (plantas por ha),;el número de frutos llenos por capitulo depende del número de flores producidas y del porcentaje de ellas que son fecundadas y cuajadas por capítulo1; el peso individual de los frutos es el resultado de la duración y de la tasa de llenado de granos. Por último, el porcentaje de aceite de los frutos es fundamental ya que la rentabilidad del cultivo está en relación a su contenido porcentual (bonificación por encima del 42 %).
Atendiendo a esto, el primer factor a tener en cuenta para obtener buenos rendimientos corresponde a lograr un buen stand de plantas en número y uniformidad. Si bien existe un amplio rango de densidad de plantas dentro de los cuales los rendimientos no varían considerablemente (entre 30.000 y 80.000 pts/ha aproximadamente) existe un óptimo para cada ambiente que permitirá reducir el vuelco y aumentar la competencia del cultivo con malezas, entre otros factores.
Una vez logrado el stand de plantas deseado, es necesario que se mantenga en el tiempo con el objetivo de que cada planta lograda se transforme en un capítulo cosechable. Para ello, el control de insectos cortadores o enfermedades que puedan disminuirlo es crítico. Luego, para que estas plantas desarrollen su máximo potencial existen una serie de factores a tener en cuenta.
El agua es un elemento que no podemos manejar una vez implantado el cultivo, a no ser que contemos con riego. Por lo tanto, la fertilización es el siguiente componente a tener en cuenta. El fósforo y el nitrógeno son los elementos fundamentales y su absorción (alrededor del 75 % del N y el 60 % del fósforo) se concentra entre los 30 – 35 días que preceden a la floración, que corresponden a la etapa gran crecimiento del cultivo1. Es por esto que suele recomendarse una fertilización nitrogenada en esta etapa (aproximadamente en V6). Como el fósforo es un elemento de baja movilidad en el suelo, la disponibilidad en el suelo y la fertilización base pueden suplir estas necesidades.
Lograr un área foliar óptima y mantenerlo es fundamental y es función directa de la disponibilidad hídrica y nutricional del cultivo. En este sentido, un déficit hídrico o nutricional en la etapa vegetativa puede disminuir el área foliar a floración a través de la reducción en la tasa de expansión foliar y en menor medida de la tasa de aparición de hojas. Por el contrario, un estrés en post floración puede acelerar la senescencia de las hojas con la consiguiente pérdida de fuente disponible para el llenado de los granos.
Durante la etapa que va desde V6 (diferenciación del ápice) a R1 se determina el número potencial de flores que se producirán, mientras que desde R1 a R5 se determina el número final de flores que se generarán por capitulo; por lo tanto, es necesario en esta etapa lograr una buena nutrición mineral, disponibilidad hídrica y radiación solar para lograr altos rendimientos. Una vez obtenido un alto porcentaje de flores es necesario que se polinicen y cuajen. La temperatura, la radiación, la disponibilidad de agua y boro en el suelo son particularmente esenciales en esta etapa. Por otro lado, la presencia de polinizadores juega un rol importante.
Luego de la floración y cuaje de los frutos, éstos empiezan a aumentar de tamaño y a acumular materia seca. En esta etapa de llenado de frutos, la radiación y la temperatura son fundamentales para lograr altos rendimientos, es por eso que mantener un elevado IAF es importante para lograr captar la mayor radiación durante el mayor tiempo posible. En esta etapa, la mayoría de los nutrientes minerales ya fueron capturados y la planta empieza a relocalizar los asimilados hacia los órganos cosechables. Alcanzada la madurez fisiológica, los granos no acumulan más materia seca y de aquí hasta la cosecha solo hay pérdida de agua. Algunos estudios muestran que la humedad a madurez fisiológica de los distintos materiales puede estar comprendida entre un 15 y un 50%, por lo que las prácticas de secado dependen ser analizadas en particular.
Por último, cabe aclarar que los componentes del rendimiento son, dentro de ciertos parámetros, indirectamente proporcionales. Es decir que un mayor número de capítulos por ha, evidentemente, reducirá el número de flores por capitulo, con la consiguiente disminución del número de frutos disponibles. El peso de los granos, por otro lado, parece estar más relacionado a la tasa de crecimiento del cultivo durante este periodo.

Fuente: InfoCampo

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